El mundo de Sixto Marco

Ernest Contreras tanto en la descripción física -mostacho caído, frente interminable, rostro sin afeitar- como en la anímica -sutil y volcánico, apóstol y terrorista, callado y extrovertido-. 

Sixto Marco Marco, nació el 25 de enero de 1916, en la calle Polit número 17 de la ciudad de Elche, espardeñero desde los seis años, niño enfermizo, tuvo posteriormente distintos oficios y hobbies: auxiliar de notaría, fundador del Sportman Club de Fútbol, personaje de Sant Joan en el Misteri... y, sobre todo, pintor. Del conocido autorretrato de Sixto, que nos recuerda, no sé por qué, el de Velázquez, coincidimos de lleno con el crítico Ernest Contreras tanto en la descripción física -mostacho caído, frente interminable, rostro sin afeitar- como en la anímica -sutil y volcánico, apóstol y terrorista, callado y extrovertido-. Por nuestra parte, remarcaríamos otro detalle más, que quizás contribuye al sello personal del pintor: el añadido de un tercer ojo y de una segunda nariz desdibujada, que marcan así el fuerte empuje de Sixto hacia el surrealismo que ha practicado a lo largo de toda su obra.

Sixto es, avant tout, un hombre vitalista, que no tuvo ninguna formación académica ni disciplina de ningún tipo, si exceptuamos la musical que necesitará para interpretar el personaje de Sant Joan. El talante vital de Sixto y las coyunturas personales del pintor han conformado un único "mundo". 


Para él hablar de arte, de putas, del Misteri, de fútbol y del país, todo contiene la misma pasión vital. De aquí que lo más importante de la pintura de Sixto sea la persona. Y la pasión desenfrenada que lleva en su interior la vertirá en cada cuadro o en cada frase de su trayectoria. Sobre todo a partir de 1965, cuando a raíz de una ruptura con los dirigentes del Patronato del Misteri Sixto empieza a pintar la primera de las cuatro épocas llamadas de

"L'home", con una fuerte carga social.


Por encima de todo, Sixto es un hombre caótico, un ácrata, tanto en su concepción como en su formulación plástica. Ahora bien, dentro de este caos expresivo, nuestro pintor sabe mirar y ordenar lo que aprende de los clásicos y de la historia del arte de todos los tiempos: fra Angelico, Giotto, Mantegna, Goya, Delacroix, Picasso.. Además, dado su carácter, nos parece que Sixto no tiene delante un planning de lo que quiere pintar, es decir, que no tiene una especie de idea estructural de lo que piensa hacer, sino que las ideas y la expresión plástica se configuran a medida que avanza el cuadro. De ser así, coincidiríamos con una cierta crítica en que los cuadros hechos así serían los mejores del pintor de Elche.